domingo, 11 de julio de 2021

'Smiley' (editorial Rosa dels Vents) de Guillem Clúa: "El pecado en teatro es sermonear y aburrir"

Guillem Clúa es dramaturgo, premio Nacional de Literatura Dramática

Tengo 48 años. Soy de Barcelona. Soy contador de historias, para teatro, Twitter, televisión, cine... Estoy soltero, y sin hijos. ¿Política? Soy de izquierdas. ¿Religión? Agnóstico convencido. Tu risa te define mejor que nada. España es uno de los mejores lugares del mundo para la población LGTBI

'Smiley', ocho años después.- Smiley es una gran historia de amor: retrata en clave de comedia las relaciones sexoafectivas en la comunidad gay, toca el corazón y desata la risa. Clúa la recupera en el teatro Aquitània (Barcelona), del 14 de julio al 1 de agosto. Coincide con la publicación del libro Smiley (Rosa dels Vents), con los dos textos del ciclo, Una història d'amor ( 2012) y Després de l'amor (2020). Dramaturgo catalán prolífico y brillante, aparece la antología de su obra dramática original: Guillem Clúa. Teatre Reunit (2002-2019) (Arola Editors). De su talento creativo da muestra asimismo su "hiloteca" en Twitter (@guillemclua) donde crea historias cautivadoras. Clúa libera los derechos de Smiley para que se represente en Rusia, Polonia, Hungría, Singapur, países que penalizan a las personas homosexuales



- Retráteme al dramaturgo confinado.

- Fue terrorífico y revelador: me vi desnudo en mi presente.

- ¿Desnudo?

- Vivía proyectado en el futuro, en aspiraciones... Y el futuro fue suprimido.

- De un día para otro, sí.

- Regresé desde Madrid al calor de mis padres, mis amigos, Barcelona, lo seguro... - ¿Qué hacía en Madrid?

- Versioné al castellano mi obra Smiley, y me quedé seis años. Allí el teatro florece.

- Volvió a su origen y...

- Necesité verme, saber quién soy, qué quiero, así que hice terapia.

- ¿Y qué ha descubierto?

- Que me amoldaba a lo que se esperaba de mí.

- ¿A qué atribuye eso?

- Fui un niño con mucha pluma, jugaba con niñas y mis compañeros de colegio se burlaban, me acosaban. De adolescente, para evitarme rechazos, me corregí.

- ¿Hacia dónde se corrigió?

- Masculinicé mi gestualidad. Ponía voz grave. Empecé a hacer pesas. Muchos homosexuales sobrecorregimos viejas heridas, cultivamos un cuerpo espectacular, agravamos la voz si un chico nos gusta.

- ¿Hace usted eso aún?

- No puedo evitarlo, pero ya soy consciente. La masculinidad tóxica nos condiciona, de mayores aún buscamos responder a aquellos matones del patio del colegio.

- ¿A qué aspira usted hoy?

- A no apartarme de mi íntimo sentir, confiar en mi corazón, en mi felicidad.

- ¿Que le reportaba felicidad, de niño?

- Leer, estar solo. Mi madre me insufló curiosidad por la música, la lectura, el arte... Mi sueño era escribir.

- ¿Y cómo lo acometió?

- Terminaba de leer un libro y lo reescribía en un cuaderno, mejoré La historia interminable. Estudié periodismo. Un año de beca Erasmus en Londres me cambió, salí del armario, tuve novio, escribí ficción.

- ¿Contó a su familia su sexoafectividad?

- No les conté lo de Churchill.

- ¿Lo de Churchill?

- El apartamento de mi novio estaba donde vivió el político, y una noche nos amamos sobre el escritorio de Winston Churchill. Hoy si veo The crown, me enternezco. Ah, en mi familia me respaldan todos.

- ¿Qué hizo con su vida, a la vuelta?

- Gané un premio de teatro y escribí guiones para El cor de la ciutat y La Riera, una buena escuela. Y en el 2012 estrené Smiley, una historia de amor, con enorme éxito.

- ¿Qué cuenta Smiley?

- Dos chicos se enamoran y comparten vida. Es una comedia, el público se divierte.

- Le noto el orgullo.

- El pecado es aburrir. Lo que mejor te define es tu risa. Y por primera vez movía a personajes nítidamente homosexuales.

- ¿Antes se había frenado?

- Es que nos cuesta ver lo bueno. España es uno de los lugares mejores del mundo para la población LGTBI, pero hoy en riesgo de retroceso. Defendamos ese logro.

- Cierto, enaltezcamos lo bueno.

- Eduquemos, pues, en la diversidad y en la tolerancia, en una sexoafectividad que te permita ser el que eres. A ti y a todos.

- ¿Y el arte ayuda?

- Cambié información por ficción, es más poderosa, dota de sentido a los hechos.

- Y el pasado octubre ganó usted el premio Nacional de Literatura Dramática.

- Por Justícia, mi última obra, representada en el Teatre Nacional de Catalunya.

- ¡Le felicito!

- Gracias. Las representaciones se suspendieron con el confinamiento, ¡qué pena!

- ¿Y cuándo podré ver Justícia?

- No podrá.

- ¿Perdón?

- Yo me alegré de que, tras la suspensión por la pandemia, el Ministerio de Cultura premiase la obra de un dramaturgo catalán, escrita y representada en catalán.

- Desde luego. ¿Y?

- Pues que creí que el premio ayudaría a recuperar un día este montaje.

- Desde luego. ¿Y?

- ... y nadie de la Generalitat me felicitó por el premio. Ni la consellera de Cultura.

- ¿En serio? ¿Cómo se explica eso?

- No sé. ¿Será que no gusta a los gobernantes de Catalunya, mi país, que me premien desde el Gobierno de España, mi país?

- Si es eso, qué triste, desde luego.

- Yo abogo por una España multilingüe, que este premio abona. Mi obra Justícia criticaba a nuestra burguesía desde la posguerra hasta las primeras manis gais.

- Y para eso tenemos un Teatre Nacional, para cuestionarnos todo, ¿no?

- En fin. Hoy me satisface recuperar Smiley, després de l'amor: con los mismos actores, Ramon Pujol y Albert Triola, nos reímos de lo que les pasa, después de haber sido pareja.

(Víctor-M. Amela, La Contra, La Vanguardia, 08/07/21)

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