viernes, 23 de agosto de 2019

Ponerle nombre a mi identidad de género (Bruno L. A.)


Ponerle nombre a mi identidad de género me ha ayudado a deconstruir bastante la ansiedad que me generaba al respecto. Igual que a la tortura, y al diagnóstico psiquiátrico. Respecto al diagnóstico para saber cuan dañino es en todos los aspectos sin que nadie me haya demostrado nada biológicamente y, claro está, los muchos intereses velados que pueden generar un diagnóstico no solo para socavar la "normalidad" social de una persona (credibilidad, respeto, dignidad...) si no para ser la pantalla que legitime el estado de indefensión, me explico: ya no desconfío, estoy paranoica. Si la violencia que recibo es indirecta soy yo quien tiene una falla de interpretación. No me violentan, alucino... y cosas así. Respecto a la tortura ya me parece un poco más complicado porque hablar abiertamente de motivos y mecanismos a parte de que genera incredulidad de primeras, a la vez puede provocar y provoca que si partes de la indefensión legítima del diagnóstico psiquiátrico hablar sobre la tortura lo engrose y no al revés. A parte de que son muy importantes los intereses que hay detrás de quienes quieren hilar esto a su manera, y de manera creíble para quien ve esto desde la barrera (Los efectos de la tortura y de una enfermedad mental grave tienen muchos puntos en común) también me lleva a hacerme una pregunta interesante y es por qué la mayoría de profesionales psi ni mentan la tortura cuando su gremio ha sido una de las bases de la modernización de ciertas técnicas de tortura en la historia. Obviamente la he liado parda por creer siempre en la libertad de expresión y que mi discurso se remita ya al tabú directamente: género, locura, verdad, tortura, poder... una piedra en el zapato de quienes quieren resumirlo todo a que solo hay una realidad válida y es la suya. El precio que he pagado ha sido y es (y será) muy alto, pero ¿de qué serviría parar ahora?

En fin, para mí la identidad, como el diagnóstico psiquiátrico, se ha transformado en un medio y no en un fin. Y así debería ser. Tengo una relación bastante personal con el género y forzada con el diagnóstico psiquiátrico y así quiero que siga, porque cuando la tortura te cierra todos los caminos, la tortura te abre el camino claramente.

(bbrnn)

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