sábado, 26 de octubre de 2019

Chile: el estudiante que le bailó en la cara al represor. La revolución también tiene ritmo

En el contexto de un Santiago de Chile declarado en estado de emergencia, un joven gay enfrentó a un ejército militar con pasos de voguing. ¿Quién es el bailarín que logró que su singular fiesta de protesta se viralizara en redes? SOY entrevistó a Kevin Ortiz Valdés, el estudiante de 19 años que desconcertó a más de treinta uniformados


"Somos caleta mas que la chucha, somos mariconas unidas en la lucha", canta un grupo de jóvenes frente a más de 30 milicos el lunes 21 de octubre alrededor de las 5 de la tarde en la céntrica plaza italia, en Santiago. De pronto, un chico de 19 años vestido de negro se acerca a los uniformados bailando, haciendo los pasos básicos del vogue. Como las grandes batallas que estallaron en el under de Nueva York en los años 80, el vogue es un estilo de danza donde los movimientos imitan y exageran las poses, la estilización infinita de los brazos que hacían las modelos de la revista de moda Vogue. El balarín que danzó frente al ejército es Kevin Ortiz Valdés, estudiante de periodismo que nació y creció en Copiapó. El video filmado con un celular que registra la performance queer solo tardó un par de horas en viralizarse por Twitter. Un baile que se replicó por millones de personas alrededor del mundo, sea por admiración o por rechazo. Lo cierto es que para muchos ciudadanxs chilenxs que exigen con carteles en las calles militarizadas, rodeados por más de 8700 uniformados, la renuncia de Sebastián Piñera ver a Kevin voguear como Madonna en su videoclip Girl Gone Wild o Jennifer Lopez en Tens, fue una inyección de alegría.

- ¿Por qué elegiste hacer voguing frente a más de treinta milicos?

- Decidí voguear frente a los milicos porque el voguing es una herramientra política que ha estado arraigada a la comunidad LGBTIQ. En Chile somos violentadas las diversidades todos los días. Quería mostrarle a los pacos, quienes en estos días han reprimido sin respiro, que soy valiente. Que no les tengo miedo.
- ¿Qué significa esta forma de manifestación?

- La manifestación que hice significa mucho. Es una forma de demostrar que las cosas no tienen que estar atravesadas por la violencia, que se pueden hacer distintas. Y al compás de los gritos y cánticos que escuchaba salió el baile.

- ¿Cómo lo planeaste?

- Fue un acto espontáneo. Me salió de la nada. El momento de la performance fue algo eufórico, de mucha energía. Energía que está acumulada también desde la rabia, la injusticia que hay acá en Chile.

- ¿Qué reacción tuvieron los milicos al verte bailar?

- Algunos milicos me miraban, otros me ignoraban. Desorientados. Mientras tanto, la gente alrededor impactada filmaba y sacaba fotos.

- ¿Cómo aprendiste a bailar voguing?

- Aprendí viendo sin cesar videos de YouTube y programas de TV. Hace mucho. Ya ni recuerdo desde cuando bailo voguing.

En el video que circuló y se sigue replicando en redes no se escucha el canto de protesta, está intervenido por la canción Sissy That Walk, conocidísima porque la baila RuPaul en su RuPaul's Drag Race.

La canción dice: "Y si yo volara, o si cayera/puedo decir que lo di todo/Y si yo volara, o cayera/lo haría a mi manera, a mi manera", dando la orden cada tanto: "¡Ahora amariconá esa caminata!". Es una matrioshka de acciones políticas, una adentro de la otra.

- Cosa de alienígenas: batallar bailando.

"En un baile puedes mostrar tu arrogancia, tu seducción, tu belleza, tu ingenio, tu encanto, tu conocimiento. Puedes ser quien quieras y hacer lo que sea aquí y ahora, y nadie te lo cuestionará", dice la madre legendaria de la casa de LaBeija en el mítico documental Paris is Burning (Jennie Livingston, 1990).

Así como las drag queens transforman la pista en una pasarela, Kevin convierte a la calle prendida fuego, custodiada por el ejercito, en una escena House Ballroom. Este linaje de lucha es más que atinado: en los años 80, en pleno apogeo del conservadurismo reaganiano, gays, latinos, travestis y afroamericanos de clase trabajadora vogueban en oposición al sistema que los excluye, hoy un estudiante chileno denuncia la desigualdad social y la violencia a través de un Death Drop épico: tirándose al suelo por un paso de baile, y no porque un paco decide reducirlo. ¿Cómo reacciona un milico ante un puto vogueando? Con desconcierto y resignación.

Justo hace treinta años, en el Teatro Cariola (Santiago), en el contexto de los debates alrededor de la transición democrática en Chile, las Yeguas del Apocalipsis intervinieron en el acto con mallas de ballet ajustadas al cuerpo y tacos altos. Irrumpieron con un cartel que decía "Homosexuales por el cambio".

"El enemigo es muy poderoso", exclamó el Presidente refiriéndose a las protestas populares que copan las calles de distintas ciudades chilenas exigiendo sus derechos. Mientras tanto, la Primera Dama describe al pueblo chileno que reclama contra la desigualdad social como una invasión alienígena. El vogue de Kevin no fue el único baile visto en estos días en los que la represión alcanzó miles de detenidos, cientos de heridos y decenas de muertos. Ayer, 22 de octubre, en el centro de Concepción miles de estudiantes bailaron al ritmo de la música electrónica como forma de protesta. ¿Será que así bailan los extraterrestres? ¿Qué peligro esconde una danza? La acción inesperada. El placer como arma contra el abuso de poder. En la ciudad de Temuco otro joven decidió protestar a través de pasos de voguing, al compás de la percusión y los gritos de una multitud de veinteañeros. Los pacos lo miran atónitos refugiados en sus escudos transparentes. El voguing invade las calles. ¿cuánto tardará en viralizarse este grito de furia lleno de ritmo contra el gobierno de Piñera? A las 21 horas del mismo día, mientras los ciudadanos están encerrados entre cuatro paredes en el cuarto día consecutivo de toque de queda, se llamó a reproducir en todos los hogares chilenos la canción El baile de los que sobran, del grupo Los prisioneros. "Únanse al baile, de los que sobran/Nadie nos va a echar de más/Nadie nos quiso ayudar de verdad", dice el estribillo.

(Maia Debowicz, Soy, Página 12)

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