La activista feminista y LGTBI es la nueva Directora del Instituto de la Mujer. Concede su primera entrevista desde su despacho en el Ministerio de Igualdad
Lleva apenas cuatro días al frente del Instituto de la Mujer y la mesa del despacho de Beatriz Gimeno está repleta de papeles y carpetas. Está metiéndose el organismo en la cabeza, dice, y tiene tarea por delante, la que tiene que ver con el contenido pero también con la estructura. Gimeno llega con ganas de potenciar el Instituto como lugar de conocimiento feminista y habla de recuperar unas becas que hicieron que muchas profesionales que hoy son reconocidas en sus ámbitos por aplicar la perspectiva de género pasaran por allí. Pero también quiere aumentar la visibilidad del organismo y eso pasa por buscarle una sede más céntrica y por cambiar su nombre (un Instituto de las Mujeres, en plural, es la denominación que más suena), un trámite que ya se inició durante el mandato de la socialista Silvia Buavent.
Como hizo Irene Montero en su discurso de toma de posesión, Gimeno también reconoce la labor del equipo anterior y muy especialmente de Soledad Murillo, anterior secretaria de Estado de Igualdad. No es solo un ejercicio de sororidad, Gimeno cree que las políticas de igualdad hechas en legislaturas socialistas pusieron a España en la vanguardia.
- Tengo que empezar preguntándole por las críticas que recibió cuando se supo que iba a ser directora de este organismo. Las más duras tuvieron que ver con algunos artículos y declaraciones sobre '"las bases éticas del follar" o sobre el sexo anal y los hombres heterosexuales. ¿Es el sexo una preocupación feminista?, ¿cree que hay razones para esas críticas?
- Tengo una carrera ensayística que se enmarca dentro del feminismo. Lo de las bases éticas del follar es un artículo relativamente reciente. Creo que se acogieron a que en el título puse 'follaré', porque realmente no veo que nadie pueda estar en contra. Lo que venía a decir es que el sexo no es una actividad desconectada del resto de la vida social y que la empatía, la preocupación por la otra persona y por su bienestar, tiene que estar presente también en el sexo. No decía más y dejaba claro que esto no prefiguraba qué tipo de sexo hay que tener. El artículo estaba relacionado con la sentencia de 'la manada' y con el debate que había sobre las violaciones.
- ¿Y las declaraciones sobre el sexo anal?
- Era una explicación fuera de contexto, sacada de una reseña del libro de Javier Sáez, 'Por el culo'. He escrito mucho sobre sexualidad toda la vida. La sexualidad sí que es una preocupación feminista y sí merece un hueco en la agenda feminista. Supongo que esto era lo más escandaloso para sacarlo de contexto. Soy muy crítica con la provocación por la provocación, pero me parece interesante investigar cómo subvertir algunas cuestiones dentro de la sexualidad, investigar sobre las zonas erógenas que están sobresignificadas en las mujeres y no en los hombres y sobre qué puede tener eso que ver con la dominación, por ejemplo.
- Acaba de aterrizar en el Instituto, pero ¿cuál es su plan para el organismo?
- Es verdad que el Instituto estaba muy dejado de la mano de Dios, o más bien de la mano del PP. Y, sin embargo, a pesar de esa falta de visibilidad, aún conserva mucha actividad. Quiero devolverlo al lugar que tuvo en su momento para el feminismo. Aquí han hecho prácticas muchas investigadoras, muchas periodistas, mucha gente que estaba haciendo tesis, máster de género... tuvo mucha influencia en ese sentido. Quiero devolverle un puesto importante como constructor del discurso, como lugar de debate feminista, como lugar de construcción de conocimiento feminista y de recoger también ese conocimiento. Quiero reforzar muchísimo las áreas del conocimiento, el área académica, universitaria. Quiero reforzar mucho los vínculos con la universidad y que vuelva a tener también un foco propio, un curso realmente bueno que sea propio del Instituto y que sea un referente en conocimiento feminista.
- ¿Hay algo que el Instituto de la Mujer pueda hacer más concreto por mejorar la vida de las mujeres?
- Sí, pero es cierto que esto no es un ministerio, aquí no se aprueban leyes. Me gustaría hacer una especie de think tank feminista. También apoyar la parte legislativa o las ideas políticas. Y tenemos que introducir más a las mujeres más precarias. El Instituto también tiene que ocuparse de las mujeres que están en trabajo doméstico, de las mujeres que están en el cuidado a domicilio, de las Kellys...
- ¿Asumirá finalmente el Instituto de la Mujer la Biblioteca de Mujeres, que alberga miles de ejemplares y no tiene un lugar físico que la acoja?
- Sí, esa es la idea, aunque aún no sé dónde estaría físicamente. Y junto a la biblioteca reivindicar el propio centro de documentación del Instituto, que tiene unas 60.000 referencias. Es un centro único en España y está poco poco usado. Queremos que pase a formar parte de las redes de bibliotecas especializadas.
- Una de las polémicas actuales tiene que ver con el proyecto de ley trans que presentó Unidas Podemos y que este Gobierno ha mostrado intención de sacar adelante. Se dicen muchas cosas de ese proyecto, pero le pregunto una, ¿la libre determinación de la identidad de género es una amenaza para las mujeres o para nuestros derechos?
- Me parece importante decir que la mitad de las cosas que se están diciendo no están en la ley, por ejemplo, lo que se dice de hormonar niños. En su momento ya se dijo que era un proyecto de ley presentado en bruto por los colectivos, que estaba sujeto a todo el trámite de debate parlamentario y a cambios. Yo sí que soy partidaria de algunos cambios, hay dudas legítimas. Por ejemplo, podemos poner 'mujeres y progenitores gestantes', las dos cosas, y no solo progenitores. Es verdad que nos ha costado mucho visibilizarnos en algunas cuestiones para ahora desaparecer. Esa nunca fue la intención.
- ¿Hay alguna otra cosa que cambiaría de ese proyecto o que le parezca controvertida?
- A mí me parece que todo esto es una polémica interesada. Estamos hablando de un colectivo socialmente muy vulnerable. Olvidar esto me parece algo que una persona de izquierdas no se puede permitir. Yo creo que los colectivos muy vulnerables no nos ponen en riesgo. Cuando un colectivo vulnerable como el trans exige el acceso a derechos básicos eso no pone en peligro los derechos de las mujeres. Lógicamente, yo puedo entender algunas dudas, podemos hablarlo, pero de ahí a lo que está pasando... Estamos hablando del 0,1% de la población, de un colectivo con unas necesidades de reconocimiento de derechos materiales y simbólicos brutal. Estamos hablando de un colectivo muy machacado. Y, desde luego, sus derechos no nos ponen en peligro. Hay que asegurar sus derechos, es una cuestión de justicia básica y vamos a trabajar para ello y para que tengan la ley que se merecen.
- La libre determinación de la identidad sexual sin necesidad de pasar un proceso médico está en la diana de un sector del feminismo, ¿disuelve esa libre determinación el sujeto mujer o nuestros derechos?
- Todas las leyes que garantizan derechos, sobre todo a personas vulnerables, refuerzan los derechos de todas y de todos. Me parece que siempre es un avance social, y también desde el punto de vista feminista, las leyes que garantizan derechos a personas vulnerables.
- ¿Es este un debate esencialista?
- Sí, el esencialismo siempre ha estado en una parte del feminismo. Como he dicho, puedo compartir algunas cuestiones, pero no entiendo tampoco el objetivo de ponerlo en el centro del debate ahora, cuando estamos en un momento en el que la extrema derecha del mundo realmente sí es un peligro y hasta el punto de que parece que se intentan romper muchos consensos básicos que se habían conseguido y que habían hecho del feminismo en este país la vanguardia.
- Y, en medio, la teoría queer, a la que desde algunos sectores se señala como el enemigo feminista, ¿lo es?
- Yo no soy queer, he sido siempre muy crítica con esta teoría, pero, de repente, la han convertido en el mal y también tiene planteamientos útiles. Hay muchas teorías queer, igual que hay muchos feminismos, y también han ido cambiando. Ha aportado cosas que nos han hecho pensar de manera diferente en algunas cuestiones. Y, siendo yo crítica con eso, pienso que no deja de ser una categoría académica, una teoría.
- Cambiemos de tema. ¿Va a devolver este gobierno el derecho de las menores a abortar sin consentimiento paterno?
- Está en nuestro programa y también en el del PSOE, espero que no haya problema y que podamos llevarlo a cabo.
- Cuando hablan de actuar contra las agencias de vientres de alquiler, ¿cómo?
- Nunca he entendido por qué se puede hacer una feria o publicidad de una actividad que es ilegal. No me corresponde a mí, pero creo que no se debería hacer publicidad de actividades que son ilegales en España. No puedes hacer una feria de drogas, de venta de armas... Hay que dificultar el registro de bebés nacidos de vientres de alquiler dando una moratoria.
- Usted es abolicionista, pero este asunto ha sido también otro de los temas que se han usado para poner en duda qué tipo de feminismo iba a llegar al Ministerio de Igualdad y a sus organismos. ¿Es la ley de trata suficiente?
- Como abolicionista, cualquier cosa me parecerá insuficiente si no es acabar con la prostitución. Yo lucho por tener un partido abolicionista y una sociedad abolicionista. Hemos dicho mil veces que dentro de nuestro partido hay debate, aunque creo que la mayoría es abolicionista. También me sorprende que haya habido una aceleración en estos debates. Antes, una parte del movimiento feminista sí que pedía una ley integral contra la trata fuerte, incluso las abolicionistas. Ahora parece que ya no es suficiente para nadie. Bueno, también creo que eso es un poco interesado. Habría que pensar que durante todos estos años no se ha hecho nada contra la prostitución y contra la trata y la explotación sexual. Esto al menos es un primer paso y me parece que toca el corazón de la prostitución
- ¿Fue un error del Ministerio nombrar a Alba González directora general de Igualdad de Trato y Diversidad Étnico Racial? Terminó dimitiendo después de las críticas de colectivos racializados y en su lugar se nombró a Rita Bosaho.
- Creo que no se entendió bien cuál era el papel que iba a hacer Alba. Enseguida se centraron en lo de étnico racial y la idea de la Dirección General iba mucho más allá, sobre la precariedad. Pero asumimos las críticas de los colectivos racializados porque tienen razón en sentirse permanentemente postergados.
- ¿Qué hace un Gobierno y un organismo gubernamental dirigido por una feminista el 8M? Queda apenas un mes...
- Todavía estamos en ello. Pero actos donde intentemos demostrar nuestra idea de feminismo.
(Ana Requena Aguilar, El Diario)
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