Estados Unidos está a punto de derogar la sentencia con la que hace 49 años avaló el derecho al aborto en todo el país, el llamado caso Roe contra Wade. El fallo definitivo del Tribunal Supremo, cuyo borrador se filtró a la prensa hace una semana, se conocerá a finales de junio o comienzos de julio y, si se confirma el borrador, sus consecuencias serán enormes. La directora nacional de Programas, Incidencia y Asuntos Gubernamentales de Amnistía Internacional en EEUU, Tarah Demant, que es también su principal experta en género y derechos reproductivos, alerta del tremendo impacto que esta decisión tendrá sobre los derechos humanos, la salud y la vida de millones de mujeres. Pero también de que este es solo el inicio de una campaña ultra conservadora que tiene en el punto de mira los derechos civiles y que busca consolidar una deriva autoritaria.
- La filtración del documento del Tribunal Supremo sobre el aborto ha causado un impacto enorme, aunque muchas activistas y organizaciones llevaban tiempo alertando de que esto iba a suceder. ¿Es una sorpresa o la consecuencia de una estrategia organizada en el tiempo?
- Ha sido muy impactante, es como un puñetazo en el estómago, pero ciertamente no es una sorpresa. Es parte de una campaña conservadora, de extrema derecha, durante los últimos 40 años para acabar con el derecho al aborto y construir desde ahí poder político. Lo que estamos viendo es el fruto de ese trabajo. Ya a finales de los 80 se eligió el aborto como el tema con el que dar la batalla política. Antes de eso, el aborto no era un asunto politizado, no era un tema para el Partido Republicano o la Iglesia evangélica. Sin embargo, desde entonces ha habido una batalla en el poder local y en las cámaras judiciales locales, un esfuerzo para que los jueces designados en los tribunales fueran extremadamente conservadores hasta llegar al día en el que el Tribunal Supremo estuviera listo para atacar el aborto. Eso es exactamente lo que ha pasado. En los últimos años, tres jueces del Tribunal Supremo han sido nombrados específicamente con el objetivo de derogar Roe contra Wade.
- ¿Cuáles pueden ser las consecuencias de esta decisión?
- Hay enormes consecuencias inmediatas, millones de personas están a punto de perder el acceso al aborto seguro. Hay que pensar que EEUU es un país de grandes dimensiones. Más de la mitad de los 50 estados pueden prohibir total o casi totalmente el aborto. De ellos, hay 13 estados que tienen leyes de activación automática: son normas que se aprobaron en esos estados para que si Roe caía –porque este era el plan–, prohibieran automáticamente el aborto. Catorce estados más han promulgado leyes muy similares que prohíben el aborto en todas las circunstancias, excepto en las más extremas, que apenas suceden. Así que tenemos un desierto de miles y miles de millas de atención médica donde las mujeres y las personas con capacidad de quedar embarazadas no pueden acceder al derecho al aborto. Eso es lo primero, lo inmediato, millones y millones de personas en los Estados Unidos están a punto de perder la atención médica, una atención médica vital que salva vidas.
Lo siguiente que sucederá es que se verá un aumento de las muertes maternas prevenibles. Habrá un aumento en la tasa de pobreza en EEUU y un aumento de los ciclos de pobreza. El 50% de las mujeres que abortan en Estados Unidos ya tienen hijos. Son personas que están tomando decisiones para proteger a la familia que tienen. Las personas deberían poder abortar por cualquier motivo, ya sea que tengan hijos o no, o que los protejan o no. Pero también vamos a ver ese efecto dominó en la pobreza.
- Eso en cuanto al impacto inmediato o a medio plazo, pero ¿podría esta decisión afectar o sentar un precedente para limitar otros derechos?
- Ya vemos que los estados están implementando restricciones más extremas a otros derechos. Este es el retroceso más atroz de los derechos humanos en los Estados Unidos en la historia moderna. Pero ni siquiera es el final de esta batalla. Ya existen casos judiciales y leyes a nivel estatal y en los tribunales de distrito que cuestionan el derecho a la anticoncepción, que cuestionan el derecho a la privacidad en términos de relaciones sexuales entre personas del mismo sexo, que cuestionan el derecho al matrimonio entre personas del mismo sexo, a la igualdad ante la ley para personas del mismo sexo. El aborto es solo el comienzo, lo siguiente es un asalto particularmente contra las personas LGBTQ, particularmente contra las mujeres, las personas que pueden quedar embarazadas, restringiendo esos derechos. El derecho a la privacidad está garantizado en la Constitución de los EEUU y, por supuesto, en el derecho internacional.
Hay que pensar también en la forma en que esto envalentona a otros países, como Polonia, que han implementado restricciones extremas al aborto y que ahora pueden señalar a EEUU como justificación. Como sabemos, a donde conduce Estados Unidos, muchos, desafortunadamente, lo seguirán. Para bien o para mal. La influencia de EEUU sigue siendo bastante grande y esto da cobertura a los gobiernos anti derechos. Por lo tanto, es probable que veamos una imitación de esta estrategia, pero también un movimiento anti derechos envalentonado que mira cómo Estados Unidos despoja a millones de personas de sus derechos humanos sin que haya consecuencias.
- Justo le iba a preguntar por las consecuencias internacionales del fallo del Supremo en un momento en que, por un lado, hay una ofensiva ultra y anti derechos y, por otra, una tendencia a legalizar el aborto, especialmente en América Latina. ¿De qué manera puede influir esta decisión en ese equilibrio?
- Es un símbolo muy poderoso. Hay que tener en cuenta que el aborto no es un tema controvertido en los Estados Unidos. La mayoría de las personas lo apoyan. Este es un movimiento religioso marginal que ha tomado el poder político. Y hay que tener en cuenta que el movimiento evangélico también ha tomado el poder en otros países y tiene proyectos explícitos, particularmente en el África subsahariana, para impulsar medidas anti LGBT y anti-aborto. Así que esto ya se está exportando de manera muy directa. Pero indirectamente está también la cuestión de a dónde va o no Estados Unidos en cuanto a derechos humanos en el mundo y si va a pedir a otros países que los respeten mientras esto sucede.
El aborto y los derechos LGBTI son 'el canario en la mina de carbón'. Estás probando hacia dónde puedes moverte con un gobierno más autoritario y eso es exactamente lo que está sucediendo aquí: las mismas personas que impulsan una agenda contra el aborto son las personas que impulsan un régimen más autoritario en los Estados Unidos. Y estas cosas están directamente unidas entre sí. Hay personas que en sus corazones creen que el aborto está mal, pero hay poderes políticos que les están manipulando para que esto sea lo único que les importe y moverse hacia regímenes más autoritarios. Son los mismos políticos que apoyaron la insurrección del seis de enero. Son los mismos políticos que han redistribuido y rediseñado las líneas de votación en los Estados Unidos para que menos personas puedan votar, en particular los negros y las personas de bajos ingresos, que tienden a no votar por los republicanos. Es parte de la misma agenda, es una marcha hacia el autoritarismo. Se trata de controlar los cuerpos de las personas y de controlar la política. Y hay gente que va a morir por eso.
- Como ha dicho, en los últimos años hay estados que han aprobado leyes que han restringido mucho el derecho al aborto. ¿Qué saben sobre los efectos que ya están teniendo esas normas?
- Incluso en el poco tiempo que la ley de Texas ha estado en vigor, ha habido una avalancha de personas que intentan cruzar las fronteras estatales. Hay que recordar que los estados están comenzando a tratar de aprobar leyes contra el cruce de fronteras para que si vas a otro estado a abortar esté penalizado. También están tratando de prohibir el aborto con medicamentos. Las solicitudes de aborto, las peticiones de información, no han cambiado en absoluto, esas mujeres simplemente se fueron a otros estados o lo intentaron. Ahora, si pudieron o no completar ese viaje es una pregunta diferente y no lo sabemos a ciencia cierta. Lo que no está sucediendo es una caída en la tasa de abortos. Ya había desigualdad en el acceso al aborto en Estados Unidos y en los estados que tenían las restricciones más fuertes tenían también las tasas más altas de pobreza y de muertes maternas. Texas tiene la tasa más alta de muertes maternas prevenibles en los Estados Unidos y Estados Unidos tiene la tasa más alta de muertes maternas prevenibles en el mundo desarrollado.
- ¿Tienen las organizaciones de mujeres y de derechos humanos una estrategia preparada en caso de que el Supremo finalmente desproteja el derecho al aborto?
- Quiero ser muy clara: el Tribunal Supremo va a desproteger el derecho al aborto. No hay duda, eso está pasando. Entonces, ¿qué va a pasar después? Por un lado, veremos una lucha a nivel federal: tomó 40 años deshacerse de Roe contra Wade y tomará décadas recuperar algún tipo de protección federal. Mientras tanto, veremos batallas estatales. La mayoría de los fondos para el aborto y las activistas estatales y locales han estado trabajando, preparándose para eso. Sabíamos que venía, aunque eso no lo hace menos impactante. Esta ha sido una semana muy difícil. Las organizaciones lucharán por conseguir la mayor protección posible para las personas que necesiten atención de inmediato allá donde se encuentren.
- ¿Por qué ningún gobierno federal ha legislado hasta ahora sobre el aborto?
- Esto no es solo un problema de aborto, es un problema de democracia. El aborto está abrumadoramente aceptado en los Estados Unidos, se trata de que la democracia representativa funcione realmente. Tenemos que abordar los problemas de manera más amplia. Esta decisión es claramente inconstitucional, y no importa porque el tribunal se ha organizado para derogar esto. Así que lo que tenemos que averiguar es cómo reequilibramos el sistema para que sea realmente una democracia representativa. Si esto fuera una democracia representativa, no estaríamos teniendo esta conversación.
(Ana Requena Aguilar, El Diario, 10/05/22)
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