Directora y autora teatral
En 'Transformación' presenta las vidas de tres chicos trans y el camino que éstos transitan del rechazo social al amor
"Cuando tu hija te dice que quiere ser un chico sientes que la vas a perder para siempre, pero luego ves que no es así"
"Cuando tu hija te dice que quiere ser un chico sientes que la vas a perder para siempre, pero luego ves que no es así"
'Transformación' es una de esas piezas necesarias. Un acercamiento a todas las aristas de un mundo que, "por desgracia", reconoce Pedrero, todavía no está aceptado por muchos. Por ello, la directora y autora teatral presenta en la sala pequeña del María Guerrero una pieza íntima que abre la transexualidad a todos los públicos y en la que cuenta su propia experiencia: la de cuando su hija le dijo que no quería ser más Candela, sino Carlos.
- ¿Qué nos cuenta la pieza?
- Un viaje por la vida de tres chicos trans completamente diferentes, el camino que ellos transitan del rechazo social al amor.
- ¿Qué objetivo tiene?
- Pasar de la ignorancia al entendimiento, quitar prejuicios y combatir el desconocimiento.
- ¿Cómo se lucha contra este tipo de fobias?
- Con conocimiento. La gente que ve 'Transformación' sale sin transfobia. Desgraciadamente existe, y, a veces, damos pasos para atrás que no entiendo.
- ¿Qué pasos?
- Por ejemplo, Alan Castillo lo cuenta en la obra: sus padres le mandaron de México a España porque, con decenas de asesinatos al día, sus padres tuvieron miedo.
- ¿Nos hemos perdido con tanta letra: LGTBIQ+?
- Se olvida el significado, aunque lo único que hay detrás de estas siglas son personas. Lo que falta es mucha educación entre los jóvenes, pero también, por supuesto, entre los adultos.
- En el montaje, sorprende el machismo que hay en los propios transexuales.
- Como en todos lados. Han vivido esa educación y tienen que luchar contra el modelo porque pueden repetir esos esquemas. Igual que las chicas trans que se ponen como Barbies, yo misma les digo que justamente eso es lo que no queremos ser las mujeres.
- En la obra se llega a hablar de la transexualidad como una "enfermedad mortal"...
- Mi experiencia es que cuando un hijo te dice eso sientes que le vas a perder para siempre, que va a desapaercer. Había sido mi hija durante 18 años y no la iba a volver a ver, pero luego ves que no es así. La vida es demasiado dura por sí sola como para ponernos trágicos por algo así.
- ¿Por qué terminó abriendo la obra más allá de su experiencia personal?
- Porque cuando mi hija me dijo que es un chico trans empecé a investigar, y ahí me di cuenta de la diversidad tremenda que exsite. Viendo que mujeres como Bibiana Fernández y Carla Antonelli visibilizan a las mujeres trans, quise darles el protagonismo a ellos. Y a partir de ahí lancé una convocatoria a través de Caídos del Cielo y empezamos con los talleres, donde improvisamos sobre sus vidas, vinieron las madres, las abuelas... Me llené de toda esa documentación emocional e hice la obra.
- ¿Dónde estaban los padres y los abuelos?
- (Risas) Les dije que invitaran a quien quisieran y casi todos hablaban de sus abuelas, que con los nietos tienen una unión que no tiene nadie y, además, se adaptan a la situación. No van a dejar de querer a alguien porque sea diferente. Luego, las madres tardan menos en aceptar la situación que los padres, aunque terminen asimilándolo.
- ¿Cómo es ese "shock" inicial? ¿Se arrepiente de algún pensamiento de aquel momento?
- Exacto. Hay sentimientos de culpabilidad por no haberte dado cuenta antes. Cuando se afronta esta realidad desde el principio evitas mucho sufrimiento a tus hijos. Si a los tres años quiere un pito, te informas y vas a los médicos y te dicen que es transexual. A mí me preocupó mucho la parte de la transformación médica y la bomba de hormonas que se tienen que meter en el cuerpo. Mi hijo, por ejemplo, ha tenido cólicos nefríticos, le suben las transaminasas... es una historia. Las cirugías, que no son una tontería, la salud psicológica...
(J. Herrero, La Razón)
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