Música, actriz y activista trans
'El efecto mariposa' es un compendio de textos acerca de la transición física y mental de Jedet hasta considerarse a sí misma una mujer trans, proceso para el cual no hay una guía hegemónica pero del que todo el mundo está dispuesto a opinar
Nacida en un pueblo de Granada y reconvertida en influencer, música, Dj, escritora y actriz -ahora de moda por su interpretación de la Veneno- a nivel nacional, esta joven de 27 años demuestra que no está hecha para las etiquetas, ni a nivel artístico ni dentro del colectivo LGTB. "Pasé años experimentando con mi género hasta definirme como mujer trans, pero la sociedad no lo entiende", explica al otro lado del móvil mientras hace unas compras con unas amigas.
Con el debate de la autodeterminación del género en pleno ojo del huracán, Jedet se pronuncia como de costumbre sin pelos en la lengua. También lo hace sobre las operaciones, la medicación y los trastornos alimenticios asociados a su proceso con los que, sin embargo, sigue sintiéndose "un bolso de imitación", como dice en el libro. Pero uno que, por serlo, no es menos real.
- Incluye trazos de conversaciones con el que iba a ser el editor de su biografía hace un par de años. ¿Qué ocurrió para que ese proyecto no viese la luz?
- Justo. Esas conversaciones servían para abrirme sobre cosas que nunca me había planteado. Luego, yo escribía los textos y él me corregía. Pero al final el proyecto se cayó. A mí no me gusta sentarme a escribir un libro. Para mí, los libros se escriben solos y, de hecho, este es una recopilación de mis textos, de mi diario desde el 2017 hasta ahora. No soy nada disciplinada para eso. Pero lo que tengo claro es que no me gusta que nadie escriba por mí. Mis textos son míos y mi biografía la escribiré yo.
- ¿Le daba vértigo ver su vida escrita por capítulos, negro sobre blanco?
- Me daba pereza. Creo que una biografía se escribe cuando eres más mayor. Yo tengo 27 años y he vivido mucho para escribir muchos libros, pero no una biografía, para la que espero tener en el futuro muchas más cosas que contar.
- Estas semanas del Orgullo se ha hablado de la importancia de la visibilización LGTBI frente a la presión por definirse sexualmente. Ha ocurrido con Pablo Alborán y también con usted. ¿Ha sentido alguna vez que supeditaba su vida privada en pos del activismo?
- Yo he pasado años experimentando con mi género hasta que llegué a definirme como mujer trans. Y lo he disfrutado, aunque la sociedad no lo entienda. Sigo pensando que el género no binario existe, que la ropa no tiene género y que el maquillaje tampoco. Cada persona es única, vive su transición a su manera y debe hacer público sobre su vida lo que quiera. No tiene ninguna obligación de hacerlo simplemente porque sea un personaje conocido.
A Alborán le han exigido toda la vida que se defina y lo ha hecho cuando le ha dado la gana y está haciendo mucho bien. Me parece tan maravilloso como si no lo hubiera hecho nunca, porque no le debe nada a nadie. Y aún así sacaron punta a su decisión y le recriminaron que era por marketing. Viendo eso, normal que haya gente que no quiera salir del armario, porque luego les apalean.
- También se insinuó que no lo hizo antes por presiones de la industria. ¿Diría que la música en España es todavía un mundillo homófobo y tránsfobo?
- Posiblemente sí, pero yo me he hecho conocida justo por lo contrario: por no tener pelos en la lengua y por compartir mi vida de "pe a pa". Nadie se ha atrevido nunca a decirme lo que debía o no debía hacer porque conocen mi personaje y sabían que les iba a mandar a la mierda. También es cierto que yo no he tenido un equipo detrás, soy una artista independiente, por lo que desconozco cómo es cuando estás dentro de la rueda grande.
- Hace tiempo que no saca canciones. ¿Ha decidido aparcarlo y centrarse más en la interpretación -con la serie Veneno- y en la escritura?
- Me prometí a mí misma que no sacaría nada de lo que no estuviera orgullosa al cien por cien y lo estoy manteniendo. No quiero precipitarme porque me gusta mucho la música y me ayuda a sanarme, como escribir. Para mí sería muy fácil por que sé qué temas funcionarían, dónde lo tendría que llevar para triunfar y de quién me tendría que rodear. Pero es que no me interesa. Ya hice canciones que no me representan. Ya pasé por eso. Y como tengo la suerte de vivir de mi arte de alguna u otra manera, no siento ese agobio de hacerlo para ganarme el pan. Lo veo más como un hobby.
- Putochinomaricón decía que el significarse como referente LGTBI había lastrado en cierta parte su carrera musical porque muchas veces solo le llamaban para discotecas de ambiente o para el Orgullo. ¿Ha sentido lo mismo?
- Sí, lo que pasa es que en mi caso es diferente porque no es lo mismo una orientación sexual que ser una mujer trans, que ya es evidente lo que eres simplemente con que te miren. Yo no puedo decir que soy una mujer cisgénero, así que siempre piensan en mí para el Orgullo. Pero también he tenido suerte de estar en festivales con artistas muy respetables de la industria y que no eran grandes eventos LGTBI, eran eventos musicales y punto. He metido la cabeza y, sin querer ponerme medallas, diría que he sido la primera.
Pero en general nos usan cuando les interesa, como para el Orgullo. Ocurre en la música, pero también en las revistas y en la televisión. El resto del año pasan de nosotros, y los artistas tenemos que comer todo el año, no solo en junio y en julio.
- Precisamente la temática de este último Orgullo ha sido las personas trans. ¿Cuál es su relación con esta celebración?
- El Orgullo está ha destinado a un público muy concreto, que es el hombre blanco, cisgénero y homosexual. Entonces, ¿dónde quedan el resto de las siglas? No existen. Paséate por Chueca un Orgullo en el que no haya una pandemia y mira los carteles: todos son hombres musculosos, blancos y en tanga. La gente se olvida de que no es solo una fiesta, que la fiesta está muy bien, pero que se usa para reivindicar unos derechos y que nos están matando.
- ¿Cree que este año la ausencia de fiesta y carrozas ha dejado más espacio a ese debate que a veces queda eclipsado?
- Creo que no. Porque la comunidad LGTBI se mira mucho a su propio ombligo mucho y le falta un poco de empatía y de conocimiento sobre las personas trans. Quien empezó el Orgullo fue una mujer transgénero negra y gracias a ella pueden pasearse de la mano por la calle. Creo que nosotras, las mujeres trans -digo mujeres porque los hombres trans tienen conquistados una serie de derechos en la sociedad- tenemos que hacer el trabajo por nosotras mismas. Veo que falta compromiso por parte del resto de la comunidad y a nivel político.
- Respecto a esto último, ¿cómo percibís el debate de la autodeterminación del género? ¿Hay un compromiso por parte del nuevo Gobierno más allá de los micrófonos?
- Mira, pienso que todos son el mismo perro con diferente collar. Lo resumiría así. Te intentan vender la moto, se comprometen mucho cuando les interesa y luego con el tiempo les cae la careta y al final es lo que te digo: mismo perro, distinto collar.
- De hecho, hay un debate feroz en el feminismo. ¿Os perjudica estar en el ojo del huracán público?
- Estas mujeres han estado oprimidas toda su vida y ahora están haciendo lo mismo que les han hecho a ellas, oprimiendo a las mujeres trans, que somos una comunidad aún más débil y más vulnerable. Para mí, las TERF (acrónimo del término en inglés Trans-Exclusionary Radical Feminist, en español Feminista Radical Trans-Excluyente, un término que parte del feminismo considera ofensivo) se acercan más a los agresores, a Vox, que al feminismo.
Pero que nos agredan de esta manera hace que nos unamos más y que nos demos cuenta de que nos queda mucho por conquistar y que tenemos que unirnos para luchar. También ha hecho que muchas mujeres cisgénero se posicionen a favor nuestra, de las mujeres trans, y que se genere un debate. Pienso que, cuando se avanza, siempre hay fuerzas que intentan que se retroceda. Pero al menos es una señal de que estamos avanzando.
(Mónica Zas Marcos, El Diario)
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